miércoles, 15 de julio de 2015

Mi vida os pertenece

Capítulo 5


Después de todo lo que hemos comido y haber recogido todo, toca sentarse en la mesa a hablar de anécdotas.

-Oye, ¿os acordáis de ese día en el que salimos todos de fiesta vestidos de patos?

-¡Es verdad! ¡Vaya caras que ponía la gente al vernos!- contesta Manu, mi hermano, entre risas.

-Cuando íbamos a entrar a la discoteca nos vetaron la entrada porque decían que gente tonta no aceptaban- tercié yo.

-¿Y la vez que nos metimos en una discoteca de adolescentes y les empezamos a decir que lo que estaban haciendo estaba mal?

-¡Sí! Y ellos los pobres se quedaban con una cara…

-¡Nos preguntaban que de qué los conocíamos!

-Nos decían “¿qué ladráis fantasmas?” y nosotros “¿ladrar? ¿cómo los perros? Guau-guau. Oye que fantasmas no somos, estamos bien bronceados eh.”Entre risas y más anécdotas, unas más graciosas que otras, llega mi madre muy preocupada.

-Clara, Ángel, ¿podéis venir un momento?- nos dijo con voz muy suave.

Todos clavaron sus miradas preocupadas en nosotros, asentimos y salimos del salón que en esos momentos se podía cortar la tensión con un cuchillo.

Nos dirigimos  a la habitación donde Carla y Marta están durmiendo, bueno estaban. Ahora Carla está mirando a su hermana y Marta esta en los brazos de mi padre.

-Acercaos- nos dice mi padre con la mirada fija en la pequeña. Nosotros obedecemos.

Cuando nos acercamos a la pequeña no lo podíamos creer, le costaba respirar. Ángel y yo nos miramos, pero no con miradas cómplices, sino con miradas desesperadas. Él fue el primero en reaccionar.

-Nos vamos al hospital- dice agarrando a Marta- quedaros con Carla, por favor.

-Claro, no os preocupéis- respondieron mis padres al unísono.

-Clara, vamos. No hay tiempo que perder- me dice saliendo por la puerta. Lo sigo.

No nos despedimos, salimos bajo las miradas atónitas de todos pero aun así no nos paramos, no podemos. Tenemos que llegar cuanto antes.


sábado, 11 de julio de 2015

Mi vida os pertenece

Capítulo 4



Hoy es el cumpleaños de mi madre y como todos los años, lo celebramos con toda la familia en la casa de campo que nos dejó heredada mi abuela, aquella pobre mujer era un cielo.

Los años anteriores no tenía que ir cargada como voy hoy. Que si los pañales, las toallitas, las mantitas, los juguetes, ropa de cambio, la comida… mientras que antes con esta última me bastaba, bueno y por no hablar de la mañana tan ajetreada que llevo… uf esto antes de las niñas no pasaba, pero no me arrepiento de tenerlas, eso nunca.

-¡Clara o nos vamos ya o no llegamos para la hora de preparar la parrilla!- me grita Ángel desde la entrada.

-Ya voy, estoy revisando que no me falte nada, tranquilo que ya salgo. ¿El coche está cargado ya?

-Sí y las niñas atadas en sus sillitas.

-Vale, ¡en marcha!-Grito pegando saltos desde el pasillo de entrada.

-Vamos cabra loca que no llegamos- me dijo con un brillo en los ojos que confesaba que estaba alegre. Cuando termino de llegar al final del pasillo que daba a la entrada Ángel ya estaba subido en el coche.

-Oye que el autobús no se valla sin mí. Carla, Marta decidle a papá que no se valla hasta que me suba en el coche- ellas me dedican una sonrisa que yo interpreto por cómplice.

-Si al final cuando lleguemos habrán comido y todo… ¡vamos Clara!- intenta parecer enfado pero no lo consigue al ver mis muecas de tristeza.

Y sin más demora me subo al coche tras darle a los tres un beso de buen viaje. Este duraba aproximadamente media hora. Media hora en la que estuve conversando con Ángel. Las niñas pasan todo el viaje durmiendo, parecen pequeños angelitos sin sus alas ya que al ser tan pequeñitas todavía no le han crecido.

-Clara, el babero- interrumpe mis pensamientos mi marido.

-¿Qué? Ah, no te preocupes, los he echado en la bolsita de atrás- le contesto sonriente.

-No digo el de ellas, digo el tuyo. Que se te cae la baba y nos manchas el coche mujer, que a ellas se lo paso todavía, pero tú ya tienes una edad- dice riéndose.

-Oye que tú eres igual que yo o peor, así que no te pases- acompañando a estas palabras le pego un pequeño puñetazo en el hombro.

-Vale, tienes razón.

Marta se encuentra bien, o eso es lo que nos dijo el doctor. A veces se le ponen un poco morado los labios pero suponemos que no hay peligro, fuimos al médico hace nada así que no tememos que le pueda pasar nada hoy. 




Llegamos a la casa de campo y lo primero que hacemos es despertar a las niñas antes de saludar a nadie ni soltar nada, no queremos dejarlas solas en el coche, dicen que estas preocupaciones son de primerizos porque dejarlas un momento no pasa nada pero ni a Ángel ni a mí nos gustaba la idea.

Las pobres se despiertan sin saber dónde están y empiezan a llorar enseguida pero nos encargamos de tranquilizar cada uno a una de las gemelas.

-¡Por fin habéis llegado! Estábamos empezando a pensar que no ibais a venir- nos saluda mi madre.

-¡Que tonterías dices mamá! Es que no con las niñas y todas las cosas tardamos más en llegar. Por cierto, felicidades- me acerco a ella y le doy un beso- mamá siento mandarte pero, ¿puedes coger a Carla mientras que descargamos el coche?

-Claro, me encanta coger a mi nietecita- dice cogiéndola en brazos- ¡Francisco, sal y coge a Marta que tienen que descargar el coche!- le dice a mi padre gritando que en este momento salía de la casa.

-Que estamos en el campo, pero eso no quiere decir que esté sordo mujer. Hola Ángel, hola pequeña- sí, todavía me sigue llamando pequeña y eso que ya tengo 30 años, pero no se lo recrimino.- Oh, ¡Martita que grande te has puesto!, cuidado que ya mismo eres tan alta y grande como tu padre- dice cogiéndola en brazos.

-Felicidades- dice Ángel dándole un beso a mi madre.

-Gracias, Ángel.

Mis padres entraron en la casa, con el resto de familia que no hemos visto todavía, mientras nosotros nos disponemos a descargar el coche.

Se me pasa por la cabeza una fugaz pregunta: ¿vamos a pasarlo tan bien como todos los años o habría algún imprevisto muy inesperado? No por supuesto que no, que tontería.


domingo, 5 de julio de 2015

Mi vida os pertenece

Capítulo 3


Llegamos a nuestro destino y entramos por urgencias porque estaba claro que no íbamos a esperar a la pediatra que las revisaba. Tal vez solo es una tontería me decía a mí misma una y otra vez, si le pasara algo ya se lo hubiera dictado la pediatra en las distintas revisiones que hemos tenido, sí, seguro que es solo un resfriado o algo por el estilo. Pero no me basta con decírmelo a mí misma, tenía que decirlo en alto para autoconvencerme un poco más porque con tan solo dejar ese pensamiento en mi cabeza no da resultado.
-Cariño, es tan solo un resfriado ¿verdad? Porque si fuera algo más preocupante ya se habrían dado cuenta los médicos durante el parto o en las revisiones ¿no?- confesé mis pensamientos en alto para ver si así me tranquilizaba algo.
-Estoy seguro, no debemos preocuparnos porque seguro que los llantos es tan solo porque no tiene apetito- hizo un amago de sonreír.
Al vernos tan alarmados, en seguida nos atendieron, tal vez porque entramos por urgencias y no había mucha gente, no lo sé pero ese dato no me importa ahora. Ahora solo quiero saber que mi pequeña está perfecta de salud, que tan solo tiene un resfriado y de vuelta a casa.
-Vamos, pasad- nos comunicó el médico de guardia.
La habitación era muy fría, toda pintada de blanco, con muchos cachivaches, una camilla, estanterías y el escritorio.
-¿Qué le pasa a esta pequeña que aparentemente está perfecta?
-Usted mismo lo ha dicho, aparentemente. Verá, llevamos una temporada que no para de llorar y no tiene apetito- contesto Ángel.
-¿Eso es así pequeña?-dijo dirigiéndose a Marta- eres muy pequeña para empezar ya con la tontería esa de que no quieres comer porque estás gordita- Ángel y yo nos miramos con una sonrisa aunque muy fugaz porque aún estábamos preocupados- venga, ahora vamos a ponernos serios. Le voy a escuchar el pecho a ver si se trata de algún resfriado y luego le miro la garganta- nos informó.
No le contestamos, esperamos atentos a que nos diga el resultado. Mientras tanto, Carla abrazada a un peluche que había traído de casa, mira a su hermana vergonzosamente.
-Al parecer no tiene nada, tan solo un poco la garganta inflamada pero eso puede ser de los innumerables lloros que ha tenido últimamente, según me habéis informado- concluyó el doctor- el pecho lo tiene bien, así que no os preocupéis tanto. Es normal que los niños de esta edad lloren, lo raro seria que no lo hicieran nos comunicó.
-Muchas gracias doctor, nos vamos mucho más tranquilos- le dije hablando por primera vez desde que entré a esta habitación.
-Vamos, os acompaño a la puerta- nos dijo.
Al salir le dimos las gracias de nuevo y antes de cerrar la puerta oímos que susurro con tono burlón "primerizos". A este comentario preferimos hacer oídos sordos ya que nosotros creemos que aparte de ese comentario ha estado muy acertado.



lunes, 29 de junio de 2015

Mi vida os pertenece

Capítulo 2


Voy cabizbajo por la casa que hace tres meses por las noches era totalmente silenciosa salvo algunos días, claro. A estas altas horas de la madrugada ya no puedo más, las niñas durante el día están tranquilas pero cuando cae la noche… ya no sé de dónde sacar fuerzas ya que no paran de llorar. Cuando por fin consigo calmar a una, la otra de repente empieza a llorar sin consuelo y ni motivo aparente pero estas situaciones no son las peores, las peores son cuando no se turnan para llorar, sino que por el contrario se cogen una berrinchera simultáneamente, estas noches sin duda alguna son las peores, ¿por qué?  Pues porque su único consuelo es que las cojan en brazos, mesas y canturree una nana. En estos casos no tengo más remedio que levantar a Ángel ya que no puedo con las dos.

Él trabaja en una oficina, pero al decir esta palabra la gente se cree que es de las personas trajeadas, pero se equivocan, su puesto se basa en preparar cafés, fotocopias… el sueldo no es para tirar cohetes pero podemos tirar con él. El pobre llega a casa muy cansado así que no me ayuda mucho con las niñas pero  en sus días libres es el quien no pega ojo y yo no paro de dormir para recargar fuerzas para el día siguiente.

Hoy ha sido una tarde aterradora, mi madre no ha podido venir a ayudarme porque tenía que visitar a no sé qué amiga enferma, yo le dije que no se preocupara.

Cuando llegó Ángel, su recibida no tuvo nada que ver con los otros días.

-Ya estoy en casa- dijo con un tono cansado pero a la misma vez alegre por volver a casa.

-Cariño, sabes que Marta lleva unos días mala ¿verdad?- asintió- pues hoy ha sido ya imposible, su hermana la miraba preocupada- sonreí tristemente recordando la escena- pero marta ni con la mirada cómplice de Carla ni con mis intentos de calmarla se ha tranquilizado, si solo fuera hoy pensaría que es algo puntual pero como bien sabes ya llevamos dos semanas así. Carla con lo pequeñita que es y a veces muy llorona me mira con sus ojitos tristes y tranquilizadores, como si supiera lo que le pasa a su gemela.

-No hay más que hablar, esperaremos al trascurso de la noche y si no hay una mejora que nos indique que es otra de sus rabietas, la llevaremos al médico y yo me pediré el día libre.

Segundos que parecían minutos; los minutos, horas; y las horas semejantes a los largos días de trabajo. Este es el mejor resumen de dicha noche. Cuando dieron las ocho en punto, todos nos subimos al coche.

Dirección, hospital.


miércoles, 24 de junio de 2015

Mi vida os pertenece

Capítulo 1


Tras una larga semana de visitas esperadas de familiares cercanos pero a la vez, inesperadas de amigos agregados en Facebook, conocidos, sí, pero no cercanos como para ir al hospital a ver a mis pequeñas. Qué bien suena eso ¿no? Pues después de esta larga pero agradable semana, volvemos a casa. Al llegar al coche yo me senté en el asiento trasero con Marta y Clara, y a Ángel no le quedó más remedio que situarse en el asiento del piloto. Siempre que parábamos por algún cruce, paso de peatones o semáforo nos dirigía una mirada fugaz pero cargada de ternura a través del espejo retrovisor. Yo me tiré todo el camino comiendo a besos a mis hijas. Tan pequeñitas e indefensas, con sus fugaces miradas que rara vez dejaban ver porque casi siempre mantenían sus ojitos cerrados, osea que rara vez era la que estaban despiertas. Sabíamos que los recién nacidos dormían bastante, pero ¿tanto? nos resultaba un poco extraño así que preguntamos un día a la médica.

-Perdone doctora, tenemos una pregunta para usted-dijo Ángel.

-Claro, preguntad todas las dudas que tengáis- contestó la doctora con una sonrisa.

-Sabemos que es un poco tonta, pero… ¿es normal que duerman tanto?- Ana, la médica, bajo la mirada intentando no sonreír más de lo debido.-Sí, es normal que estén casi todo el día durmiendo- contesto mirándolos de nuevo a los ojos- y ahora tengo yo una pregunta para ustedes, son primerizos, ¿estoy en lo cierto?- Ángel y yo nos miramos un poco avergonzados.

-Sí- tercié yo por primera vez en esta conversación.

-Pues no tenéis que avergonzaros por preguntar, me alegra que lo hagáis- dijo Ana al notarnos de ese modo- si supierais  con los padres ignorantes y dejados que me he tenido que enfrentar en mis 25 años ejerciendo este trabajo… bueno, me marcho que tengo que atender a otras madres. Si necesitáis algo o tenéis alguna otra pregunta, estaré por estos pasillos- con una última ojeada a Marta y Clara, se marchó.Y finalizando este recuerdo, llegamos a casa. La última vez que salí por la puerta del garaje montada en la parte trasera de este mismo coche, llevaba a dos personas luchando por salir de mi cuerpo y ahora entran luchando a mis extremos y reclamando su hora de la comida.


sábado, 20 de junio de 2015

Mi vida os pertenece

Prólogo

Esperando y esperando llegó el día que menos esperábamos. Durante los dos primeros meses casi era invisible para los ojos de aquellas personas ajenas a nuestras vidas ya que los vómitos, los dolores, el asco hacia las comidas... solo lo vivíamos mi marido y yo en casa. Él, cada vez que me encontraba mal, arrodillada ante el inodoro, estaba ahí para coger mi melena rubia y después para decirme “cariño no te preocupes que esto es normal, después de todo esto ya sabes que tendrás y tendremos una magnífica recompensa”.
Ahora, después de esos dos primeros meses cada vez que entramos a comprar a una tienda o simplemente a una cafetería, la gente se queda mirando mi barriguita y nos sonríen a los dos, las más lanzadas, en cambio, se acerca a nosotros y nos preguntan que de cuánto estoy, cómo me encuentro y la pregunta más común: ¿sabéis ya si es niño o niña?
El 20 de enero, hacía los cinco meses y nada mejor para celebrarlo que saber el sexo del bebé que llevaba dentro. Cuando mi médico me puso esa extraña gelatina con espesor en la barriga, al hacer contacto con mi piel hizo que me estremeciera pero ya no podía soportarlo más y ordené al doctor que por favor nos dijera ya qué era nuestro bebé. En las revisiones anteriores no habíamos querido ver la pantalla donde sale la bolsa amniótica y el feto para que nos diera más ilusión el día de hoy. Entonces, el médico nos dijo “a ustedes, no les importa comprar para dos niñas diferentes ¿no?” ante la sorpresa no sabíamos que contestar pues esa opción no nos parecía posible aunque no se podía descartar ya que nunca habíamos mirado la pantalla donde se ve el bebe entonces mi marido me soltó la mano, nos abrazamos y besamos.
Los meses siguientes todo era en relación a nuestras pequeñitas pero revoltosas Marta y Carla. No paraban de meterme pataditas en mi gigantesca barriga. Lo que más nos gustaba a mi marido Ángel y a mí eran las noches que me salían pequeños bultitos en la barriga significando que ahí estaba alguna parte de sus pequeños cuerpecitos ya casi formados.
Los dos últimos meses no podía más, notaba que iba a explotar de un momento a otro. Ángel no se separaba de mí ni un instante.
El 11 de mayo cuando me levanté por la mañana ya no podía más, sentía que hoy iba a ser el último día de tenerlos en mi vientre. No me equivocaba, empecé a tener contracciones sobre las cuatro de la madrugada, salimos para el hospital lo más rápido posible, cada vez las contracciones eran mayores y cuando estábamos en la sala de espera, rompí aguas. Todo fue muy rápido y doloroso, claro, todo lo rápido que puede ser un parto.
Voy a estar subiendo capítulos de una nueva historia que voy a hacer llamada "Mi vida os pertenece". No sé exactamente de qué va a tratar ya que yo las historias las empiezo sin una idea clara y poco a poco voy "dándoles forma" por decirlo de alguna manera.